viernes, 9 de octubre de 2015

...la decisión de viajar... (primera parte)

Desde este espacio tenemos la convicción de que la forma de hacer turismo, de involucrarse, de participar que tiene cada viajero es distinta. 
Necesariamente...esas formas van a estar determinadas por sus motivaciones y expectativas antes del viaje.
Nuevamente agradecemos a Oriana su participación abriendo su corazón compartiendo lo mas profundo de sus sentimientos de cara a su primer viaje!! ...les dejamos también, al final, una canción que acompaña las ideas que hoy compartimos...

La decisión de viajar.
Puedo decir, con seguridad, que el deseo siempre estuvo, en mi caso, desde la temprana adolescencia... solo que en forma de "fantasía", ya que desde niños la sociedad nos planta todos los tabúes habidos y por haber; incluso nuestros propios padres, que toman ese camino por el miedo que se construye en ellos desde el momento en que nacemos en este mundo "lleno de peligros", en esta selva en donde es "mejor" crecer entre las paredes para no arriesgarse.
"Más vale prevenir que lamentar", se dice por ahí; Que no tenés que confiar en desconocidos, que siendo mujer los peligros se multiplican por un millón, que yo me quedo acá preocupado, que cómo vas a dejar los estudios, que cómo vas a dejar el trabajo, que mirá si te pasa algo tan lejos, que mirá si de repente estás incomunicado, que mirá si, que mirá si, que mirá si...
De repente ignorar todas estas cuestiones nos hace quedar mal parados, como unos irresponsables, y justamente, unos fantasiosos. De repente, ignorar los miedos de los demás, y no trasladarlos a vos mismo, te hace quedar como un egoísta.
¿Cuántas serán las personas que tuvieron esta "fantasía" desde jóvenes y la misma fue apaciguada por ser demasiado arriesgada, alocada y fuera de los parámetros de entendimiento y tolerancia de quienes lo rodeaban?.
¿Será que relativamente unos pocos somos los que tenemos la fantasía y somos los mismos que la convertimos en realidad? ¿O será natural en el ser humano ante tanta opresión tener el deseo agigantado de moverse para aprender lo que en realidad vale la pena aprender, para ser independiente desde temprana edad y para crecer en este mundo tan limitante, donde el error no deja de ser oprimido y castigado hasta el día en que morimos?
Yo creo, y hasta me atrevo a hablar por muchos mas, que esto se despierta en todos nosotros y luego otras fuerzas logran adormecerlo... o no. Porque hace no mucho me topé con una hermosa frase: "Si estuviéramos destinados a permanecer en un mismo lugar, tendríamos raíces en vez de pies.", y porque no necesito mas fundamento que la sabiduría de la naturaleza, y mis impulsos orgánicos de moverme para conocer el mundo entero y expandirme.
Ahora, sí... es muy difícil enfrentar a todo nuestro círculo de afinidades, mas que nada a nuestro núcleo familiar, para tomar semejante decisión.
Quiero hablar de mi experiencia en particular, ya que quizás (ojalá) alguien en la misma situación este leyendo esta texto y se modifique algo en él. Debo aclarar que, no se por qué, desde los 13 años siempre atiné a experimentar cosas nuevas todo el tiempo (hasta el día de hoy, afortunadamente), y esto me diferenciaba un poco de mi correspondiente grupo etario, más todavía, teniendo como referencia en mi familia a dos hermanos mayores que yo. Recuerdo momentos de rabia extrema, de no entender y no encontrarle la vuelta al por qué no me dejaban hacer esto y lo otro. ¿Por qué necesitan reprimir todos mis deseos? Era la pregunta constante en mi naturalmente terca cabeza, generadora de odio constante. Cosas de esa revolucionada etapa. Decir "mamá y papá tienen miedo", no bastaba para mi. No me parecía motivo para encerrarme, ceder, ir contra mis impulsos y hacer lo que todo el mundo hace en determinada edad.
Hoy en día, analizando mi experiencia adolescente, entiendo también lo que me diferencia también actualmente de muchas personas de mi misma edad. Lógicamente desarrollé la capacidad de tolerar las diferencias, por ende las mismas ya no son un problema para mi. De hecho, significa la posibilidad de enfocarme en mi crecimiento personal. Hoy, con fundamento y sin tanto capricho, decido tomarme el tiempo para hablar de esta decisión con mis mas allegados, mas que nada, mis viejos, que se que son quienes más se van a preocupar por mi bienestar (su idea de bienestar).
Es frustrante que el otro no logre ver que con la ausencia de su apoyo nos esta creando trabas, piedras en el camino de un viaje hacia un crecimiento sustancial en nuestras vidas. Es frustrante, que lo vean como unas vacaciones, como una escapada, y no como una experiencia inigualable capaz de modificarnos espiritualmente de manera muy positiva. Pero todo se logra con paciencia. A mi, en particular, me tocó explicarles todo esto a personas que se encuentran inmersas en el desencuentro constante del cual consta la vida cotidiana, el trabajo, el sacrificio, la casa, el dinero, el miedo. Me tocó casi obligarlos a conectarse con lo que está mas allá de mis palabras para lograr comprender el mensaje que estoy intentando que reciban. Pero es posible. La paciencia hacia el otro muchas veces sale de la empatía. Y cuando se trata de nuestros padres, siempre es necesaria.

Solo hay que tener fe en que el humano todavía es capaz de conectarse con su necesidad esencial en este mundo, que es ser sano de alma. Y si se empieza por reconocer y respetar la necesidad del otro, hablando de nuestros progenitores, ya es un paso.


No hay comentarios:

Publicar un comentario